No se debe confundir la picaresca con la maldad.
Reuniendo los tres primeros capítulos de esta novela incomparable, nos centramos en el tema de la picardía provocada por la pobreza surgida en un entorno de opulencia pero con el agravio de un reparto desigual e injusto de riquezas.
Lazarillo es un ser desprotegido que deja de ser perdedor porque aprende a controlar la desesperación buscando, sin caer en la vileza, los remedios adecuados a su desfavorable situación.
¿Es responsable Lázaro de sus actos? ¿Se le puede juzgar y condenar ante la picardía inducida por necesidad?... Mientras todo indica la inocencia de Lazarillo, se perfila una pregunta crucial: ¿quiénes son los verdaderos culpables, tanto entonces como hoy en día?... Creo que los espectadores, al salir de la obra, tienen clara la respuesta.